Inmunonutrición: Más allá de la “sopita de pollo”

Por: Dra., M.Sc., Nutricionista, Faviola Jiménez Ramos. CEO de la Red Peruana de Alimentación y Nutrición (RPAN).

La situación de emergencia sanitaria me motiva a escribir este artículo, pues en mi calidad de nutricionista pública no me puedo quedar callada; en especial porque a nivel de los medios de comunicación y redes sociales se intenta encasillar a la nutrición como algo anecdótico, farandulero o un tema de segundo plano.
En la pandemia por coronavirus en la que nos encontramos inmersos, la nutrición tiene que reclamar su rol protagónico, siempre de la mano de los especialistas –me refiero a los nutricionistas-; en primer lugar debe quedar muy claro que aún no existe una vacuna que nos ofrezca una solución inmediata, además del esquema de medidas de bioseguridad que son imprescindibles, me llama poderosamente la atención que incluso a nivel de la OMS – Washington no hayan reaccionado rápidamente incorporando un plan de inmunonutrición en el centro de las medidas para la prevención e incluso tratamiento del coronavirus – COVID19.
Si estamos en guerra tenemos tres posibilidades, la primera –la vacuna- que sería representada en nuestra metáfora como el armamento en contra del enemigo, la segunda representada por las medidas de bioseguridad y confinamiento como “escudos” o “barreras” que contengan el virus y, la tercera posibilidad, pero por ello no menos importante: hacer que nuestro ejército se haga más fuerte (disminuir la vulnerabilidad) y es allí donde se expresa el rol de la inmunonutrición; la cual puede demostrar su impacto a su vez bajo tres mecanismos: 1. Que el virus ingrese y no nos enfermemos 2. Si ingresa y enfermamos que la enfermedad no tenga consecuencias tan graves para el organismo y 3. La peor posibilidad, que enfermemos y el caso se agrave (sobretodo en la población que tiene un alto riesgo); en las 3 posibilidades la inmunonutrición se va expresar en un mejor estado nutricional que se convierte entonces en una alternativa excelente desde la perspectiva de la salud pública y la epidemiología.
Es momento para repasar algunos conceptos básicos de inmunonutrición, en nuestro organismo existen dos tipos de inmunidad: la innata y la adquirida, la innata constituye nuestra primera línea de defensa pero la adquirida es mucho más especializada y va creando sustancias altamente específicas para “vencer” al enemigo; pero ambos tipos de inmunidad tienen en común que requieren “materiales” de construcción que vienen de los Inmunonutrientes que están presentes en los alimentos, de allí se ha acuñado hace algunos años el término INMUNUTRICIÓN, es decir la mejora del sistema inmunológico a través de una alimentación saludable.
Mi percepción al respecto es que las personas si logran entender que es importante tener las “defensas” altas para luchar contra el ataque de los virus, bacterias o tóxicos, pero creo que hay resistencia en entender que esas “defensas” no salen de los medicamentos o del aire sino que salen de nuestro plato de comida.
Los avances en Inmunonutrición son fascinantes, y nos obligan a hacer un recorrido por los macronutrientes, como las grasas y el rol protagónico del omega 3 que forma parte de las membranas celulares, son antioxidantes y ayudan a la formación de las citoquinas (claves en la comunicación de las células inmunes); las proteínas, en especial las de origen animal que forman parte de muchas sustancias que brindan inmunidad; en el caso de los micronutrientes, el panorama se amplia mucho más pues muchas vitaminas y minerales actúan como coenzimas o cofactores en múltiples reacciones bioquímicas relacionadas a inmunidad, existiendo mayor evidencia de su rol a favor de la inmunidad, de las vitaminas A,B,C,D y E y en el caso de los minerales del zinc, hierro, selenio y magnesio.
La evidencia científica actual de inmunonutrición nos obliga entonces a modernizar el consejo de nuestras abuelitas y decir que tomar “sopita de pollo” está bien….pero no basta; tenemos que acompañarla de un plato saludable repleto de vegetales de muchos colores, de proteína de origen animal, cereales y menestras, mucho líquido y frutas en especial las cítricas.
La situación de emergencia amerita que reflexionemos y que la nutrición peruana se abandere de este mensaje, pues nuestra maravillosa biodiversidad respalda esta propuesta, vayamos informando y calmando a la población diciéndole que además de las medidas imprescindibles de bioseguridad puede autocuidarse alimentándose saludablemente muy especialmente en estos tiempos del COVID 19.

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